Las catastróficas inundaciones en el estado de Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil dejaron cifras aterradoras, a un mes de este episodio se registraron cerca de 170 muertes y más de 580.000 personas desplazadas, que se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Además del centenar de desaparecidos y heridos y de fábricas e industrias totalmente paralizadas por la situación.
A este devastador escenario se suman los problemas que todavía persisten en las vías de comunicación y los servicios básicos.
Esta es la tercera gran inundación para Rio Grande do Sul, en el último año, por lo que una vez más el estado se ve en la obligación de repensar qué hacer con las localidades azotadas por las lluvias.
A mediados de mayo, la alcaldía de Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, foco de la catástrofe meteorológica estudiaba la posibilidad de trasladar parte del poder público a una ciudad provisional. El secretario del ayuntamiento Luiz Prates dijo que estudiaban esta alternativa.
Así lucía la ciudad de Encantado en Rio Grande do Sul, Brasil, cuando comenzaron las inundaciones.
De acuerdo con el plan del ayuntamiento, el Gobierno federal financiaría el traslado de parte del Poder Público, así como el pago de tiendas de campaña y contenedores para albergar a las personas que lo requieran.
Ya en 2011, Brasil vivió una situación de emergencia similar, cuando poblados serranos del estado de Río de Janeiro registraron desplazamientos de tierra por exceso de lluvias.
Según indica el sitio Bloomberg Línea, el gobierno estatal se está preparando para trasladar a los residentes desplazados a cuatro “ciudades provisionales”, situadas en Canoas, Porto Alegre, São Leopoldo y Guaíba. Sin embargo, estiman que más municipios deberán trasladar a sus residentes hacia otras zonas porque sigue lloviendo y el agua no retrocedió del todo.
En una nota brindada a la BBC, Marcelo Dutra da Silva, profesor de Ecología de la Universidad Federal de Rio Grande, consideraba que “las variaciones climáticas extremas llegaron para quedarse” y por eso aseguraba que Brasil debía planificar la reconstrucción de Rio Grande do Sul, teniendo en cuenta las zonas con variaciones climáticas extremas.
«Ciudades enteras tendrán que cambiar de ubicación. Es necesario alejar las infraestructuras urbanas de los entornos de mayor riesgo, que son las zonas más bajas, planas y húmedas, las zonas de ladera, las riberas de los ríos y las ciudades que están dentro de los valles», indicó.
Estos cambios implicaría la «desedificación», es decir eliminar estructuras urbanas que se encuentran en áreas de riesgo, para comenzar a construir en regiones más seguras.
Según indica un informa de la organización The Tricontinental, el año pasado, después de que una inundación mucho menos grave afectara a Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul, la arquitecta brasileña Mima Feltrin, basándose en el trabajo del profesor de hidrología Carlos Tucci, advirtió que Rio Grande do Sul se enfrentaba a un riesgo inminente de inundación igual o peor que las inundaciones históricas de 1941 y 1967.
Consultado al respecto, el urbanista Guillermo Irós señaló a Cadena 3 que es muy difícil “mudar una ciudad”, debido al fuerte arraigo de las personas y el apego cultural. Por caso, citó como ejemplo que en ciudades del sur de la provincia de Córdoba, atravesadas por la cuenca del Río Quinto, se intentó trasladar algunos poblados propensos a inundarse, y la respuesta de la gente fue negativa.
Fuente: Cadena 3