El domingo libre fue una jugada de Diego Martínez para que sus dirigidos procesen la derrota contra Racing y lleguen al abrir de la semana con la cabeza renovada -y el cuerpo descansado- con el fin de planear el partido más importante del segundo semestre. Porque lo cierto es que en Boca no hay otra preocupación que el Superclásico; si ya de por sí es el evento del año, ahora sin Copa Sudamericana y en medio de este presente turbulento, toma otra dimensión aún mayor en el que todos los que conforman la delegación se jugarán mucho.
En cambio, en River todavía la mira no está puesta en el duelo en la Bombonera del sábado 21 de septiembre a las 16. ¿El motivo? porque, tal como indicó Marcelo Gallardo, «primero lo primero», es decir, la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores contra Colo-Colo. Y esto no es un dato menor: el martes el Millonario jugará en Chile y recién el miércoles, con un viaje de por medio, cambiará el chip.
Acá el punto, entonces, no solo tiene que ver con el tiempo de preparación que le podrá dedicar Boca al Superclásico, sino también con la ventaja que le supondrá en cuanto al descanso. Seis días habrán pasado desde la derrota contra Racing hasta el momento en el que el árbitro -todavía a la espera de ser designado- marque el inicio de la batalla ante los de Núñez; mientras que en la vereda de en frente, teniendo en cuenta que ante el Cacique el duelo es a las 21.30, tendrán menos de cuatro días para recuperarse físicamente.