Luego de varias horas de máxima tensión, en las que fuerzas militares insurgentes del Ejército boliviano coparon la plaza Murillo e ingresaron al Palacio Quemado (la Casa de Gobierno de Bolivia) en La Paz, el presidente Luis Arce logró desactivar lo que calificó como una «intenton de golpe de Estado».
Arce se puso al frente de la defensa de las instituciones y las garantías constitucionales, enfrentó a los insurgentes que exigían al menos un cambio de Gabinete, y dispuso una renovación absoluta de la cúpula militar con lo que logró desactivar el intento de golpe de Estado.
Todo comenzó pasadas las 16 (hora argentina) cuando decenas de soldados en tanquetas coparon el centro del poder político en la ciudad de La Paz. Con tanquetas avanzaron sobre la plaza Murillo e ingresaron por la fuerza al Palacio Quemado, sede del gobierno boliviano.
“Denunciamos movilizaciones irregulares de algunas unidades del Ejército Boliviano. La democracia debe respetarse”, escribió en ese momento el Jefe de Estado en X.
Antes, el expresidente Evo Morales denunció un supuesto “acuartelamiento” de las Fuerzas Armadas y personal militar cerró la plaza Murillo. “Desde hace una hora, comandantes de divisiones, instruyen a comandantes de regimientos a retornar inmediatamente a sus cuarteles para esperar nuevas disposiciones (encuartelamiento). Esto levanta muchas sospechas del movimiento militar en Bolivia”, escribió en su cuenta de X.
La revuelta estuvo liderada por el comandante general del Ejército, Juan José Zúñiga, quien llegó al lugar en una tanqueta y armado. “Zúñiga, aún estás a tiempo”, le gritó el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo.
En paralelo, Evo Morales, quien fue derrocado en 2019, volvió a publicar en X y afirmó que “se gesta un golpe de Estado”.
Instantes después, desde la plaza, Zúñiga redobló la apuesta golpista y aseveró que se conformaría un nuevo Gabinete de ministros, y agregó dijo que Arce «es presidente de Bolivia por el momento».
«Seguramente pronto va a ver un nuevo Gabinete», lanzó Zúñiga a la prensa desde el centro del poder político en La Paz. «Va a haber un nuevo Gabinete. Se va a cambiar ministros, pero no puede seguir así nuestro Estado, haciendo lo que le da la gana. Estamos mostrando nuestra molestia, es deber, obligación que sus FFAA otra vez recuperen esta patria, basta de empobrecer la patria y humillar al Ejército», añadió el comandante general.
Poco después, trascendieron imágenes del presidente Arce parado cara a cara con Zúñiga y le ordenó que «desmovilice a las fuerzas», a lo que al parecer el comandante se negó.
Minutos antes de las 18, el presidente Arce, junto a sus ministros, brindó un mensaje a través de cadena nacional. «No podemos permitir que una vez más se lleven vidas bolivianos», expresó al tiempo que convocó al pueblo a defender la democracia.
Todo fue con efecto dominó: la central obrera boliviana llamó a un paro por tiempo indeterminado y movilización en repudio del avance militar y la gente comenzó a salir a la calle en defensa de la democracia. Revitalizado por el apoyo, Arce destituyó a la cúpula militar y nombró a sus reemplazantes, encabezados por el general José Wilson Sánchez Velásquez, quien prometió defender la democracia y llamó a los insurgentes a deponer su actitud.
Con información de C5N