Cotorra argentina en Chile: la especie invasora que preocupa

La expansión de la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) en territorio chileno ha encendido las alarmas. Esta ave, conocida por su capacidad de adaptación y reproducción acelerada, ha logrado establecerse tanto en zonas urbanas como rurales, donde forma grandes colonias y construye voluminosos nidos en árboles y estructuras artificiales.

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Los daños no se limitan al entorno natural: su presencia también impacta en la vida cotidiana de los ciudadanos, generando ruido, acumulación de desechos y deterioro en el mobiliario urbano.

Los agricultores chilenos enfrentan pérdidas crecientes debido a la voracidad de esta especie invasora. Las cotorras atacan diversos cultivos, provocando mermas en la producción y dificultando la protección de las cosechas.

Además, su expansión representa un riesgo para la biodiversidad local. Compiten por alimento y espacio con aves nativas, alterando el equilibrio ecológico y desplazando a especies autóctonas.

Más allá de los daños visibles, la cotorra argentina es portadora del parásito Ornythonissus bursa, que afecta principalmente a otras aves, en especial a los pichones, aumentando su mortalidad. Este parásito es zoonótico, es decir, puede transmitirse a los humanos, lo que eleva el nivel de preocupación sanitaria.

El arribo de la cotorra argentina a Chile se remonta a la década de 1970. Desde entonces, su presencia ha ido en aumento, favorecida por su alta adaptabilidad y la ausencia de depredadores naturales. Hoy, su distribución abarca gran parte del país, convirtiéndose en una plaga difícil de controlar.

Las autoridades chilenas analizan distintas estrategias para frenar el avance de esta ave invasora. Si bien aún no se han implementado planes de erradicación concretos, el tema ya forma parte de la agenda ambiental y agrícola nacional.

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