En junio de 2019, Steffen Olsen, un científico climático del Instituto Meteorológico Danés, capturó una foto de perros husky siberianos corriendo sobre lo que parecía ser agua en la región de Inglefield Bredning, en el noroeste de Groenlandia. La imagen se hizo viral rápidamente, pero Olsen explicó que, más allá de la belleza visual, lo que mostraba era una situación alarmante.
«La gente veía una imagen bonita, pero para mí era un recordatorio aterrador del cambio climático», afirmó Olsen, quien dirigía un equipo de científicos que investigaba las condiciones del hielo marino.
El fenómeno del deshielo temprano
La foto fue tomada en una expedición científica, cuando Olsen y su equipo caminaban por el hielo marino que se derretía rápidamente debido a temperaturas inusualmente altas para la época. Los perros, normalmente reacios a mojarse, parecían disfrutar del agua debido al calor extremo, que alcanzó los 14°C en la zona. «Era evidente que el deshielo era grave», recordó el científico, quien se sorprendió por la rapidez con la que el hielo comenzó a ceder bajo sus pies.
El impacto del deshielo: un fenómeno extremo
El deshielo que Olsen presenció no es un evento común. De acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA), en 2019 el deshielo de Groenlandia comenzó mucho antes de lo habitual, a mediados de abril, afectando el 95% de la capa de hielo. Este fenómeno, causado por olas de aire caliente, está alterando el equilibrio del Ártico.
Bianca Perren, paleoclimatóloga del Servicio Antártico Británico, explicó que estos deshielos tempranos podrían generar un «efecto bola de nieve», ya que la menor cantidad de hielo y nieve permite que más rayos solares sean absorbidos por la superficie, acelerando aún más el derretimiento.
Las consecuencias para el clima y la vida local
Groenlandia sufrió una pérdida récord de hielo en 2019, con 532,000 millones de toneladas de hielo derretido. Estos deshielos no solo afectan el nivel del mar global, sino que también alteran la vida de las comunidades locales. «Los habitantes deben adaptarse a nuevas condiciones de caza y pesca, ya que el hielo ya no es seguro», dijo Olsen.
Este fenómeno también afecta a las investigaciones científicas, que se verán más limitadas por la inestabilidad del hielo. Olsen predice que los científicos dependerán más de instrumentos automáticos para continuar con los estudios en la región.