Un lago es el único atractivo turístico que ofrece Coucouron, en el macizo central francés, además del paisaje de baja montaña. Pero, tras la sequía del verano pasado, y la drástica bajada del nivel del agua, los baños en el lago se acabaron. La falta de agua se convirtió en un gran problema en el pueblo que, con sus casi 800 habitantes, forma un centro en la poco poblada Alta Ardèche.
No solo faltaba agua en el lago, también en el suelo. La hierba de los campos y pastos, por lo demás verde y exuberante, permaneció marrón hasta la primavera: durante semanas no cayó del cielo ni una gota de lluvia, ni siquiera en invierno. Como consecuencia, actualmente el pueblo solo dispone de agua potable porque se transporta varias veces a la semana desde otras comunidades hasta la aldea, situada a más de 1.000 metros de altitud.

Coucouron lleva casi un año en tierra seca: los numerosos, pero pequeños manantiales naturales que abastecían de agua potable a la población, se han secado en gran parte debido a la prolongada sequía. Ninguno de los habitantes del pueblo recuerda haber vivido antes algo parecido en la zona. En realidad, la región se considera muy lluviosa: el Ardèche, el Allier y el Loira, el río más largo de Francia, nacen en un radio de 30 kilómetros.
Coucouron es solo uno de los muchos lugares de Francia cuyo suministro de agua se ha visto en peligro. El verano pasado, más de 500 comunidades tuvieron que abastecerse con camiones cisterna de agua potable. Una situación insostenible para un país tan ambicioso como Francia. La cuestión del agua llegó hace tiempo al más alto nivel político.
A finales de marzo, el presidente Emmanuel Macron visitó el punto crítico de sequía de Savines-le-Lac, en los Alpes, y presentó un plan nacional del agua. El país debe ahorrar un diez por ciento de agua de aquí a 2030. El ahorro es necesario, dijo el presidente, porque Francia dispondrá de entre un 30 por ciento y un 40 por ciento menos de agua en 2050 debido al cambio climático. “Este plan del agua es ante todo un plan de abstinencia y de eficacia a largo plazo en el uso del agua”, dijo Macron.
Las drásticas prohibiciones de uso de agua forman parte de la vida cotidiana desde hace mucho tiempo. Incluso en invierno y primavera, los residentes de las comunidades afectadas no pueden regar el césped ni sus huertos. Además del ahorro, Macron también quiere centrarse en la reutilización del agua usada, también en las depuradoras. Actualmente, solo se reutiliza el 1 por ciento del agua, frente al 15 por ciento en España.
Fuente: Noticias Ambientales
