Lejos de las clásicas pruebas físicas o de resistencia, el desafío por la moto en Gran Hermano arrancó con una consigna distinta: un crucigrama colectivo que puso a prueba la agilidad mental y la coordinación grupal de los 13 participantes.
A diferencia del juego por el auto 0 km —que estuvo limitado a los concursantes originales—, esta vez todos los jugadores, sin importar su ingreso, pudieron participar. Entre miradas cómplices y silencios estratégicos, ocho semifinalistas lograron avanzar: Gabriela, Ulises, Lourdes, Lucía, Tato, Catalina, Selva y Juan Pablo.
Luego de una trivia con preguntas sobre cultura general y un homenaje a los 35 años de Telefe, la definición llegó por azar: cinco participantes y cincuenta llaves, pero solo una encendía la moto.
Tras varias elecciones fallidas, fue Gabriela quien eligió la llave número 43. La insertó, giró… y la moto rugió. Ese instante selló su victoria y también su liderazgo en la semana 20 del programa.
El premio no fue solo material: como líder, Gabriela recibió el temido poder de la fulminante, una herramienta clave en la estrategia del reality. Sin dudar, eligió a Luz Tito como destinataria directa de la nominación.
La decisión fue tajante: “La casa está dividida en dos y vienen en contra nuestro. Además, la convivencia no es la mejor”, explicó Gaby. La tensión entre ambas ya venía escalando tras una discusión durante los ensayos de Esperando la carroza, cuando ambas se negaron a interpretar el mismo papel.
El conflicto se mantuvo latente hasta el vivo, donde volvió a estallar. Luz intentó explicar su postura con calma, pero Gabriela se mostró inflexible: “No tengo por qué darle explicaciones”. La directora de la obra, Sandra Priore, apoyó a la brasileña, dejando en claro de qué lado está la grieta.
