Cuando pensamos sobre la idea de juego en la infancia, esta nos lleva a una imagen mental que refiere a una forma eficiente y positiva de incorporar conocimientos específicos y generales, como normas, valores y códigos. Además, esta acción permite desarrollar habilidades psicomotoras e interpersonales, por nombrar algunas, que hacen a la evolución integral del individuo.
Hay un aprendizaje intelectual, otro comportamental e inclusive el dominio del desarrollo emocional, social-interpersonal, como pueden ser el control y manejo de las propias frustraciones, o del estrés (por ejemplo), o el incorporar la idea de reponerse y superarse frente a una “derrota”.
Sin duda, el juego, y dentro de este fundamentalmente el deporte, permite de manera lúdica incorporar paulatina y suavemente, casi de forma imperceptible, diversos aspectos positivos dejando una marca indeleble que persistirá, en muchos casos, el resto de la vida.
Ese mundo de alguna manera idílico de los juegos en la infancia se ha visto perturbado desde hace unos años, por un lado, por los juegos de roles en los cuales se incorporan mecanismos ya perjudiciales (como aprender a robar, a imponerse violentamente sobre el otro más débil, en escenarios virtuales), y, por el otros por unas modalidades nuevas como los juegos de roles de desafío (challenge) en los cuales hay que imitar un comportamiento para ganar a otros que también lo realizarán. En general, estoas acciones implican un riesgo, en algunos casos, de vida.
La característica de los juegos, es decir del aprendizaje inaparente, es que se maneja en un nivel no consciente, son atractivos, interesantes y con la característica de diversión y placer que hace que no existan demasiados bloqueos a ese aprendizaje. Cualquier juego que el lector recuerde de su infancia, implicó incorporar conocimientos y normas que le servirían luego para diversos roles en la vida adulta.
Pero esta luminosa imagen positiva del juego como formador de aprendizajes y comportamientos, tiene inevitablemente también sus sombras. El aprendizaje por repetición, por retribución, el condicionamiento clásico y el operante, el sistema de premios o castigos es carente de connotación moral y nuestro sistema nervioso lo incorpora de todas maneras, sin establecer juicios valorativos.
Así, si los juegos se basan en formas o conceptos negativos, o que inducen un aprendizaje sobre algo que pueda perjudicar a la persona y/o a su entorno social, se aprenderán de la misma manera, a menos de que exista una acción concreta al respecto, que busque un reaprendizaje. De este modo, por ejemplo, los juegos en los cuales la trasgresión se establece como norma de éxito, llevarán a introyectar ese aprendizaje.
Este es un caso concreto en el cual, si los educadores y/o padres detectan, por ejemplo, signos de violencia, entiendan a la misma como un “juego” que ha dejado de serlo, con consecuencias no solo inmediatas sino luego difícilmente modificables en la vida adulta. El trágico caso de Fernando Báez Sosa puede ser un triste ejemplo de una educación lúdica que se pervierte.
La ludopatía se caracteriza por la incapacidad de controlar el impulso de jugar, conduciendo a severos daños en diversos aspectos de la vida de la persona – (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un fenómeno que muestra una curva creciente es algo que estaba reservado al mundo de los adultos por limitaciones objetivas: los juegos de apuestas.
Cuando el juego deja de ser algo que genera aprendizaje positivo, o esparcimiento y placer, empezamos a pensar y hablar de ludopatía. Sobre su presentación y características, ya hemos hablado en otra oportunidad en Infobae: Adicción al juego: tres abordajes psicológicos y 10 estrategias de superación.
Ahora, nos vamos a centrar en cómo el auge de internet y en particular las plataformas en teléfonos inteligentes han permitido que esas barreras concretas, como puede ser el ingreso a lugares de apuestas, desaparezcan. Es por ello que hoy estamos inmersos en una época de creciente juego de apuesta infantil. Un comportamiento que ya fue alertado en una nota reciente en infobae: Juego ilegal, juego infantil.
Qué es la ludopatía infantojuvenil
La ludopatía infantil, juvenil o juego patológico en niños, es una adicción al juego en personas menores de edad. Al igual que los adultos, se manifiesta a través de comportamientos compulsivos alrededor de los juegos de azar, videojuegos, apuestas en línea, entre otros.
La ludopatía infantil se manifiesta a través de comportamientos compulsivos, afectando negativamente las relaciones familiares y el rendimiento académico (Imagen Ilustrativa Infobae)
El inconveniente central es que la idea de juego es inherente a la infancia y eso hace que, tras un halo de simple e inocente diversión, se encuentren peligros muy significativos. La estrategia de cambio de imagen y de banalizar el peligro es similar a la de uso de la denominación “drogas recreativas”, porque el consumo se da en ambientes también festivos.
Pero más allá de los peligros explícitos y que en el caso de los challenges implican lesiones graves e inclusive la muerte, los juegos de apuestas tienen consecuencias económicas que impactan de lleno en el entorno familiar y hasta llevan a actitudes promotoras de comportamientos delictivos (mentiras, engaños, solicitar dinero para una actividad escolar pero destinarla a juego, etc.) o directamente conductas delictivas.
Es que la ludopatía es una enfermedad con consecuencias graves para el psiquismo del niño e implica conductas adictivas pasibles de trasladarse en cuanto a los sistemas de recompensa inmediatos, como se advierte en la nota de Infobae :“Cómo funciona el circuito de recompensa del cerebro y por qué es clave en la tecnoadicción”. Pero no es el único, porque también se expande a otras áreas, como la búsqueda de sensaciones extremas o las toxicomanías , por citar algunos.
Cuáles son los indicadores de ludopatía
El niño, al igual que el adulto, ocultará su comportamiento, buscará maneras que pueden implicar peligros diversos, dinero y, desde ya, irá descuidando progresivamente otras áreas, entre ellas el juego en su faceta positiva, en detrimento de esta forma más automática y de retribución comportamental inmediata. Así, algunos indicadores de ludopatía, por ejemplo, en niños y adolescentes son:
La supervisión y establecimiento de límites claros por parte de padres y educadores son fundamentales para prevenir la ludopatía infantil y promover juegos positivos (Imagen ilustrativa Infobae)
- Apostar cuando se siente ansioso o deprimido
- Irritación si no juega (no despegarse del Smartphone)
- Pedir dinero a otras personas: a otros familiares (abuelos) o a amigos, pidiendo que no se comunique a los padres
- Vender sus pertenencias, como por ejemplo, otros juegos
- Robar a compañeros o a los padres
- Arriesgar aspectos importantes de su vida como amistades y estudios por el juego
- Búsqueda de revancha, perder dinero, pero tener la fantasía de una apuesta que lo recupere y así apostar cada vez más dinero
- Mentir negando que juegue con frecuencia
- Intentar dejarlo, pero ser incapaz
Se refieren diversas causas a la ludopatía infantil, como son: los trastornos del estado de ánimo (como ansiedad o depresión, trastornos de personalidad), el trastorno límite de la personalidad (TLP), comportamientos impulsivos de causa orgánica, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, o historial familiar con problemas en el juego; el simple comportamiento imitativo y la facilidad en las modalidades de juego son razones de peso.
La accesibilidad a juegos de apuestas a través de dispositivos móviles ha aumentado la incidencia de ludopatía infantil y juvenil que precisan de medidas preventivas urgentes (Imagen Ilustrativa Infobae)
Cuáles son las consecuencias de la ludopatía
Estas abarcan diferentes dominios como el psicológico y el físico, así como temas sociales y hasta legales.
- Problemas emocionales y psicológicos, como cambios de humor, ansiedad, tristeza, irritabilidad, e insomnio
- Deterioro de las dinámicas familiares, como la afectividad, la comunicación, etc.
- Sintomatología física difusa como cefaleas, pérdida de peso, fatiga frecuente, disminución de la actividad motora etc.
- Limitación no solo de la comunicación sino del vocabulario, pérdida de amistades y contacto con la familia, y comportamiento huraño e irritable
- Disminución del rendimiento académico y laboral, desmotivación e irresponsabilidad, faltas injustificadas y abandono del trabajo o los estudios
- Desatención y desinterés, disminución de las actividades, pérdida de relaciones significativas y aislamiento
- Problemas legales y judiciales
La ludopatía es una enfermedad con consecuencias graves para el psiquismo del niño e implica conductas adictivas pasibles de trasladarse a otras áreas en cuanto a los sistemas de recompensa inmediatos, como la búsqueda de sensaciones extremas o las toxicomanías (Imagen ilustrativa Infobae)
Estos y otros aspectos nocivos hacen que se considere el ingreso junto a la ludopatía en las adicciones comportamentales siendo que, como criterio clínico, tomaría el nombre de trastorno de juego intermitente
Cómo ayudar a un menor en riesgo
Los padres y educadores juegan un rol fundamental en la detección y así la prevención y tratamiento de la compulsión al juego. Aparte de estar alertas a los signos indicados previamente, algunas acciones que pueden tomar son:
- Establecer límites claros: definir horarios para el uso de dispositivos electrónicos y supervisar el contenido al que acceden los niños. Esto se suele plantear como una imposibilidad, sin embargo, será fundamental para otro tipo de límites a edades y problemas mayores.
- Hablar sobre los peligros del juego compulsivo y las apuestas online. Existen desde documentales, hasta entablar temas alrededor de algún caso reciente en las noticias, o cercano.
La detección temprana de signos de ludopatía en niños y adolescentes es crucial para prevenir problemas emocionales, sociales y legales graves (Imagen ilustrativa Infobae)
- Generar espacios de deportes, hobbies o actividades sociales que ofrezcan satisfacción y alejen al niño del entorno virtual. El famoso mundo real de las redes, más naturaleza, menos pasividad.
- No dudar en solicitar ayuda profesional un psicólogo o psiquiatra si se observan signos de compulsión al juego. Es muy importante poder tener una mirada profesional ya que, como se indicó, existen una serie de problemas asociados que pueden estar siendo encubiertos por el juego: cambios de comportamiento, señales de aislamiento, irritabilidad o cambios en los patrones de sueño y alimentación son elementos a mirar.
En ciertos casos, las patologías nombradas deberán ser diagnosticadas y tratadas inclusive con tratamiento psicofarmacológico. Establecer un estudio completo médico general como neuropsiquiátrico (EEG electroencefalograma, por ejemplo) puede aportar posiblemente datos de interés.
En cuanto a esto, no hay forma de enfatizar la actitud proactiva que deben tener los padres recordando que son eso y no amigos complacientes, y dejar “que él/ella decida” puede ser la mejor manera de agravar su estado.
El juego patológico en niños es una adicción grave con consecuencias profundas, que requiere la intervención de profesionales de salud mental para su tratamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)
Las intervenciones de política pública y sociales
El tema de los juegos de azar se refiere a una serie de problemas que abarcan diversas áreas y deben ser abordados de manera concreta y así lo han entendido legisladores que presentaron proyectos al respecto.
En uno de ellos, respecto a las barreras físicas que implica la limitación de acceso a lugares de juego a menores, y en la eventualidad que sea laxo el ingreso restricto o no se cumpla con la norma, se ha presentado recientemente para tal fin en la Provincia de Buenos Aires.
Los senadores Agustín Maspoli y Lorena Mandagaran (UCR + Cambio Federal) presentaron un proyecto de ley en PBA para restringir el acceso de menores de edad a juegos de azar online. También lo hicieron Eduardo Toniolli (Unión por la Patria UxP), y las diputadas provinciales de Juntos por el Cambio, Silvina Vacarezza y Abigail Gómez.
Todos estos proyectos señalan aspectos a legislar y, especialmente, poner en práctica de manera urgente pero esto no implica la ausencia del apoyo en el núcleo familiar. Estar alerta a los indicadores primarios y acompañar a un hijo que puede estar inmerso en estas conductas, permite no solo protegerlo de las consecuencias del mismo, sino interesarse por alguna problemática que puede haber estado, hasta ese momento, encapsulada y no haber sido percibida.
Fuente: Infobae