La médica inectóloga María del Valle “Uqui” Chada recordó el proceso que atravesó el mundo, y en particular Argentina, desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, a tres años del inicio de la cuarentena en el país.
El 19 de marzo de 2020, el presidente Alberto Fernández anunció el inicio del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, que establecía que solo podían salir a realizar sus actividades los trabajadores “esenciales” y solo podían permanecer abiertos los comercios alimenticios y las ferreterías.
A esa altura, hacía más de tres meses que el coronavirus afectaba a China y se había extendido a países de Europa y América.
“Siempre uno tiene la sensación que es un meteorito, un virus o una catástrofe la que se viene para que uno piense que el mundo es endeble; pero jamás lo magnifiqué de la forma que fue”, recordó Chada.
Incluso, rememoró que al principio el coronavirus estaba en países alejados y la posibilidad que llegara a la Argentina era muy remota. “Si pasó del otro lado del charco por qué no iba a pasar aquí”, se preguntó.
Las medidas que tomaban los gobiernos desde la aparición de los primeros casos generó cierto resquemor de una parte de la sociedad. En Argentina, incluido San Luis, hubo hasta movilizaciones contra la cuarentena. “Hubo cosas para el olvido de índole político y de índole gubernamental, pero no es tan fácil decidir qué es lo que hay que hacer en una situación que nadie sabía cuál era la magnitud”, señaló Chada.
Los sistemas de salud, tanto del sector público como privado, debió readecuarse para afrontar la nueva situación. Chada remarcó que se puso a cargo del “operativo” en el Sanatorio Rivadavia en el que trabaja, donde tuvo la disposición y colaboración de autoridades y médicos. “Era una gran responsabilidad armar un área de aislamiento, buscar las cánulas de alto flujo, buscar lo que pudiéramos tener con los recursos que teníamos”, dijo.

Todo ese proceso y luego afrontar los pormenores de la pandemia, que tuvo picos de contagio e idas y venidas con las medidas de aislamiento durante más de un año y medio, trajo consecuencias para los profesionales de la salud tanto a nivel psíquico como físico, analizó Chada.
Una de las grandes responsabilidades que les tocó afrontar a los médicos fue la muerte de los pacientes, que en ocasiones también llegó a números diarios altos. “Que la gente sepa que yo y los colegas hicimos todo para que se salvaran”, afirmó.
La experiencia argentina con el coronavirus tuvo cierta ventaja: “Muchas de las cosas que pasaron en otros países pasaron mucho más rápido que acá. A nosotros nos dio la posibilidad de armar algo. Nosotros nos pusimos a disposición, planteamos ideas al sector público, nos reunimos para estar constantemente actualizándonos”, resaltó la infectóloga.
Las consecuencias del virus se fueron minimizando a medida que fueron apareciendo las vacunas para combatirlo. Chada insistió en que “hoy podemos hablar sin barbijo gracias a la vacuna; aunque alguien no esté vacunado, puede andar por la calle porque el entorno recibió la vacuna”, sentenció.