El Congreso Nacional de Brasil abrió un debate inusual: la posibilidad de restaurar la monarquía mediante un referéndum nacional previsto para 2026. La iniciativa, presentada en el portal e-Cidadania del Senado en 2024 por el paulista Claudio Roberto de Souza, alcanzó más de 30.000 firmas de apoyo, superando el umbral requerido para su discusión en la Comisión de Derechos Humanos (CDH).
El proyecto busca consultar a la población si el país debería adoptar un sistema parlamentario con un jefe de Estado hereditario, inspirado en modelos europeos como España o Reino Unido.
La monarquía brasileña surgió en 1822 con la proclamación de independencia de Pedro I, quien gobernó hasta 1831. Su hijo, Pedro II, reinó durante casi seis décadas, en una etapa marcada por avances en educación, infraestructura y la abolición de la esclavitud en 1888.
El imperio llegó a su fin el 15 de noviembre de 1889, tras un golpe militar que instauró la república y obligó a la familia real al exilio. Desde entonces, la Casa de Orleans e Bragança, descendiente de Pedro II, mantiene un rol simbólico y dividido entre dos ramas: la de Petrópolis, encabezada por Pedro Carlos, y la de Vassouras, liderada por Dom Bertrand, quien se autoproclama jefe legítimo.
Esta semana, el príncipe Bertrand de Orleans e Bragança, de 84 años, intervino por primera vez en el Parlamento durante un homenaje a la emperatriz Leopoldina, esposa de Pedro I y figura clave en la independencia. En su discurso, exaltó el legado de su tatarabuela como “madre de la nación” y sugirió que la tradición monárquica podría aportar estabilidad en medio de la crisis política actual.
Bertrand, tradicionalista católico y activo militante monárquico, asumió la jefatura de la Casa Imperial en 2022 tras la muerte de su hermano Luiz. Aunque no mencionó de forma explícita el referéndum, su presencia fue interpretada como un gesto de respaldo al movimiento.
Para prosperar, la propuesta necesitaría transformarse en una enmienda constitucional, lo que exige el apoyo de tres quintos de los legisladores en ambas cámaras y un plebiscito vinculante.
Los analistas coinciden en que el escenario es poco probable: un plebiscito realizado en 1993 rechazó la monarquía por un 86% de los votos, y encuestas recientes muestran que cerca del 70% de los brasileños se opone a su restauración. Además, las divisiones internas de la Casa Imperial complican la unificación del movimiento monárquico.
La discusión sobre el retorno de la monarquía no solo revive un capítulo histórico, sino que también refleja la polarización política y social de Brasil. Para algunos sectores conservadores, simboliza una búsqueda de estabilidad institucional; para otros, representa un retroceso incompatible con la tradición republicana de 135 años.
Mientras tanto, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva mantiene el foco en reformas sociales y económicas, lo que deja la iniciativa como un proyecto con más valor simbólico que posibilidades reales de éxito.