Rosalía Paniagua, empleada doméstica acusada de asesinar al empresario Roberto Eduardo Wolfenson en un country de Pilar, confesó ante el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de San Isidro que fue autora del hecho. “Se me fue todo de las manos”, expresó durante la audiencia, mientras el juicio avanza con pruebas clave en su contra.
“Se me fue de las manos”: la confesión que cambió el rumbo del juicio
El juicio por el crimen del empresario Roberto Eduardo Wolfenson, de 71 años, ocurrido el 22 de febrero de 2024 en el country La Delfina de Pilar, dio un giro cuando la principal acusada, Rosalía Paniagua, rompió el silencio. Entre lágrimas, la mujer de nacionalidad paraguaya admitió haber matado a su empleador durante un forcejeo.
“Se me fue todo de las manos”, dijo ante los jueces, reconociendo su participación directa en el homicidio. La fiscal del caso, Laura Capra, la acusa de robo calificado por el uso de arma impropia en concurso real con homicidio criminis causa, un delito que podría llevarle una condena a prisión perpetua.
La secuencia del crimen en el country La Delfina
Según la reconstrucción fiscal, el hecho ocurrió en la habitación de huéspedes de la casa donde trabajaba Paniagua. El empresario habría sorprendido a su empleada robando un celular, lo que desató una violenta discusión.
De acuerdo con el testimonio de la acusada, Wolfenson le advirtió: “Te voy a denunciar”, y fue entonces cuando comenzaron a forcejear. Ella admitió haberle dado un cabezazo, una patada en el pecho y luego haberlo estrangulado con un colgante antes de huir del lugar.
La autopsia confirmó que Wolfenson murió por asfixia, y las pericias hallaron ADN de Paniagua bajo las uñas de la víctima, lo que evidenció una pelea previa al crimen.
Un intento de justificación que no convenció al tribunal
Durante su declaración, Paniagua aseguró que tomó el celular porque la esposa del empresario le había pedido revisarlo “para saber en qué andaba”. Sin embargo, esa versión fue descartada por la fiscalía y los investigadores, que señalaron inconsistencias y pruebas que demuestran un robo planificado.
Las cerraduras de la vivienda no estaban forzadas, y el desorden era mínimo, lo que reforzó la hipótesis de que el crimen fue cometido por alguien con acceso habitual al domicilio.
En total, la mujer habría sustraído un celular, un parlante bluetooth, un cuchillo de cocina, un candelabro de bronce tipo Menorah, guantes, joyas de plata, $900.000 y USD 300.
Las pruebas que comprometen a Rosalía Paniagua
Las cámaras de seguridad del country registraron la salida de la acusada entre las 8 y las 13, su horario laboral habitual. Más tarde, fue captada en la estación de tren de Presidente Derqui, manipulando el teléfono robado y quitando el chip.
Un vecino declaró que el celular fue ofrecido a la venta por la pareja de Paniagua, mientras que el candelabro sustraído fue encontrado en un local de metales, donde el dueño reconoció la pieza.
La perito criminalística Débora Paula Albornoz afirmó:
“No existen indicios de participación de terceros. Los cabellos recolectados muestran signos de lucha, no de caída natural”.
Un crimen que sacudió al country La Delfina
El asesinato de Roberto Wolfenson conmocionó a los residentes del exclusivo barrio privado de Pilar. La causa, que sigue su curso en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de San Isidro, se perfila hacia una condena ejemplar, ya que la confesión de Paniagua se suma a un conjunto de pruebas consideradas determinantes por los investigadores.


