En Argentina, el sector panadero atraviesa una de sus peores crisis. Según Martín Pinto, titular del Centro de Panaderos de Merlo, en los últimos dos años cerraron 1.800 panaderías y se perdieron más de 15.000 empleos debido a la caída del consumo y a los fuertes aumentos de costos durante la gestión económica actual.
Una combinación letal: menos ventas y subas de tarifas
La actividad panadera enfrenta una caída del 55% en las ventas, a la vez que soporta incrementos de entre el 45% y el 50% en la tarifa eléctrica solo en el último mes. Esta situación deja a miles de comercios trabajando con márgenes negativos y sin posibilidades de sostenerse a mediano plazo.
Los panaderos advierten que trasladar los aumentos a los precios finales solo profundiza el problema: los consumidores compran menos porque sus ingresos no acompañan la inflación.
“Los salarios quedaron congelados”: la raíz del desplome
Un desajuste que golpea al consumo básico
Para Pinto, la crisis responde a una fuerte descompensación entre los costos de producción —energía, insumos, alquileres y servicios— y los salarios, que “se mantienen en valores de hace un año”.
El resultado es un círculo vicioso: aumentar el pan espanta a los clientes, pero no aumentar vuelve inviable el negocio.
La frase que resume el escenario actual es clara: “La gente compra lo que puede, no lo que quiere”.
El dirigente panadero comparó la situación con crisis históricas del país y aseguró que el panorama actual “supera todo antecedente”. La combinación de menos ventas, costos crecientes y poder adquisitivo deteriorado desencadenó el cierre masivo de panaderías y la pérdida de más de 15.000 puestos de trabajo formales e informales.
Según los representantes del sector, el modelo económico del gobierno de Javier Milei agrava las tensiones del mercado interno, afecta el consumo cotidiano y vuelve inviable la rentabilidad de las panaderías. Aseguran que, sin medidas específicas, continuará el cierre de comercios que forman parte de la estructura productiva básica del país.


