El árbol del paraíso, común en veredas y plazas argentinas, esconde un peligro poco conocido: sus frutos contienen toxinas que pueden causar convulsiones e incluso la muerte en animales y personas si se ingieren.
Una especie ornamental frecuente en Argentina
El árbol del paraíso (Melia azedarach) se destaca por su frondosa copa, su sombra generosa y sus flores lilas en primavera. Por estas razones, es habitual encontrarlo en plazas, patios y veredas de todo el país. Sin embargo, detrás de su apariencia atractiva se esconde un alto nivel de toxicidad en sus frutos.
Las meliatoxinas y sus efectos en humanos y animales
Los frutos del árbol del paraíso, conocidos como drupas, son pequeñas esferas amarillas o marrones que aparecen hacia el final del invierno. Contienen neurotoxinas llamadas meliatoxinas, capaces de generar síntomas gastrointestinales y neurológicos.
En personas y mascotas, su consumo puede provocar:
- Náuseas, vómitos y diarrea.
- Dolor abdominal.
- Temblores y convulsiones.
Los casos más graves, especialmente en perros y gatos, pueden derivar en intoxicaciones severas o incluso la muerte si no se actúa con rapidez.
Qué hacer en caso de intoxicación
Ante la sospecha de que una persona o animal haya ingerido estos frutos, la atención médica o veterinaria inmediata es fundamental.
Los especialistas recomiendan:
- No provocar el vómito sin indicación profesional.
- Conservar una muestra del fruto para facilitar el diagnóstico.
- Trasladar al afectado de inmediato a un centro de salud o veterinaria.
El tratamiento temprano puede marcar la diferencia y evitar complicaciones graves.
Este árbol presenta un tronco recto y robusto, una copa amplia y redondeada, y hojas compuestas de color verde intenso. Durante el invierno conserva racimos de frutos amarillos, que suelen permanecer colgando o caer al suelo, lo que aumenta el riesgo para las mascotas que pasean por la zona.
El caso del vinagre blanco y la lengua de suegra
Además, algunos métodos naturales de jardinería también pueden ser contraproducentes. El vinagre blanco, por ejemplo, se utiliza como antifúngico y repelente natural, pero su uso excesivo puede quemar las hojas y debilitar plantas como la lengua de suegra.
La dosis segura es una parte de vinagre por diez de agua, aplicada con pulverizador. En concentraciones mayores, puede provocar manchas marrones, caída del follaje o la muerte de la planta.


