Ocho viviendas se desplomaron sobre el Atlántico en Carolina del Norte, Estados Unidos, tras el paso del huracán Imelda. Las marejadas provocadas por el fenómeno natural erosionaron la costa y generaron olas de más de tres metros.
Durante los últimos tres días, la comunidad costera de Buxton, ubicada en las islas Outer Banks de Carolina del Norte, sufrió graves daños tras el paso del huracán Imelda.
Las fuertes olas destruyeron dunas y debilitaron las bases de varias viviendas, provocando que ocho casas cayeran directamente al mar.
Cinco colapsaron el 30 de septiembre entre las 14:00 y las 14:45 horas locales, mientras que otra se desplomó esa misma noche cuando el Servicio de Parques Nacionales reportó olas de hasta 3,6 metros de altura.
Las autoridades confirmaron que las viviendas estaban desocupadas, por lo que no hubo víctimas.
Sin víctimas, pero con graves daños
El huracán Imelda impactó Bermudas como tormenta de categoría 2, dejando un panorama de destrucción: árboles caídos, transformadores dañados y más de 18.000 personas sin suministro eléctrico.
El primer ministro, David Burt, confirmó que no se registraron víctimas, aunque las escuelas, oficinas y el aeropuerto permanecieron cerrados durante la jornada del miércoles.
Cerca de 100 soldados fueron desplegados para despejar carreteras, asistir en refugios y colaborar con las tareas de limpieza, que comenzaron el jueves con la reapertura parcial del aeropuerto internacional.
Imelda también golpeó el norte del Caribe. En Cuba, dos personas perdieron la vida por las inundaciones, mientras que en Haití se reportó un desaparecido y dos heridos.
Los meteorólogos indicaron que, aunque la temporada de huracanes del Atlántico se acerca a su fin, las condiciones atmosféricas podrían seguir favoreciendo la formación de tormentas hasta noviembre.
En paralelo, los remanentes del huracán Humberto se transformaron en la tormenta Amy, con trayectorias que podrían afectar a Irlanda y el Reino Unido en los próximos días.
El huracán Imelda deja una estela de destrucción a su paso por el Atlántico, afectando desde el Caribe hasta la costa este de Estados Unidos. Aunque no se registraron víctimas en Carolina del Norte ni en Bermudas, los daños materiales y el impacto ambiental refuerzan la necesidad de fortalecer la prevención ante fenómenos climáticos cada vez más intensos.