El régimen iraní ejecutó este lunes a Bahman Choobiasl, acusado de colaborar con el Mossad. La medida se enmarca en la ola de ejecuciones más dura en décadas, mientras crece la tensión con Israel y organismos internacionales denuncian violaciones a los derechos humanos.
Más de mil ejecuciones en 2025
Según organizaciones como Derechos Humanos de Irán, con sede en Oslo, y el Centro Abdorrahman Boroumand, en Washington, el número de ejecuciones en Irán durante 2025 supera las 1.000, aunque advierten que la cifra real podría ser aún mayor debido a la falta de transparencia oficial.
La ejecución de Choobiasl se suma a la de al menos otras ocho personas acusadas de espionaje en lo que va del año, entre ellas Babak Shahbazi, ajusticiado en agosto en un proceso que, según grupos de derechos humanos, estuvo marcado por confesiones bajo tortura.
Contexto de tensión con Israel
El endurecimiento de la política represiva ocurre en un escenario de alta conflictividad regional. En junio, Irán e Israel protagonizaron enfrentamientos aéreos que dejaron más de 1.100 muertos, incluidos altos mandos militares iraníes.
Desde entonces, Teherán ha reforzado la aplicación de la pena de muerte contra acusados de espionaje, a quienes cataloga como “enemigos del Estado”.
Protestas internas y uso político de la pena capital
En paralelo al conflicto internacional, Irán atraviesa un período de agitación interna por la crisis económica, la falta de libertades civiles y las protestas encabezadas por mujeres en reclamo de igualdad.
Analistas y defensores de derechos humanos advierten que el régimen utiliza las ejecuciones como un instrumento de control político y social, con procesos judiciales cuestionados por confesiones forzadas y ausencia de garantías.