En 2023, el país registró solo 460.902 nacimientos, la cifra más baja en cinco décadas. La tasa de fecundidad cayó a 1,33 hijos por mujer, acercándose a un «invierno demográfico» sin retorno.
La natalidad en Argentina está en una caída sin precedentes. En apenas una década, el número de nacimientos se redujo un 40%, evidenciando un problema estructural que podría redefinir el futuro del país. Detrás de esta tendencia no solo hay factores económicos, sino también un cambio social profundo en la percepción del futuro y la crianza.
Factores económicos y sociales
Si bien la crisis financiera, el aumento del costo de vida y la inestabilidad laboral influyen en la decisión de tener hijos, los especialistas advierten que la problemática va más allá. La falta de apoyo estatal, la precarización de los servicios básicos y la incertidumbre sobre el futuro han generado un desaliento colectivo en las nuevas generaciones.
Un país que envejece
Las consecuencias de esta disminución ya son visibles: maternidades que cierran, escuelas con aulas fusionadas y plazas cada vez menos concurridas. A largo plazo, esto podría traducirse en un país con menor población jóven, afectando la economía y la sostenibilidad del sistema de jubilaciones.
Un país con menos niños es un país sin nuevos trabajadores, estudiantes e innovadores. La falta de nacimientos podría comprometer la capacidad productiva y el desarrollo a futuro.
Mientras las grandes ciudades concentran la población, el interior se vacía. Pequeñas localidades están perdiendo peso político y económico, poniendo en riesgo su viabilidad a largo plazo.
Los expertos coinciden en que la solución no pasa por imponer la maternidad, sino por generar condiciones que la hagan posible y deseable. Entre las medidas necesarias destacan:
- Acceso a vivienda asequible
- Trabajo digno y estable
- Apoyo real a la crianza
- Políticas que frenen la precarización del consumo básico