La “cárcel de osos polares” en Canadá: conservación extrema en Churchill

En Churchill, un pueblo ártico de Manitoba (Canadá), los osos polares son retenidos hasta 30 días en una instalación especial para evitar conflictos con los humanos. Esta estrategia única busca proteger tanto a la comunidad como a la especie en peligro.

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Cada otoño, en la costa oeste de la Bahía de Hudson, cientos de Ursus maritimus migran hacia la zona de Churchill. El deshielo estival los obliga a permanecer en tierra firme hasta que el mar vuelva a congelarse, lo que suele ocurrir en noviembre.

Este fenómeno convierte al pequeño pueblo ártico en un punto de encuentro inevitable entre humanos y depredadores, un desafío para la seguridad y la conservación.

Cada otoño, en la costa oeste de la Bahía de Hudson, cientos de Ursus maritimus migran hacia la zona de Churchill. El deshielo estival los obliga a permanecer en tierra firme hasta que el mar vuelva a congelarse, lo que suele ocurrir en noviembre.

Este fenómeno convierte al pequeño pueblo ártico en un punto de encuentro inevitable entre humanos y depredadores, un desafío para la seguridad y la conservación.

Estrategias comunitarias para reducir riesgos

Churchill se ha convertido en un modelo internacional en el manejo de fauna silvestre. Entre sus medidas, destacan:

  • Eliminación de posibles fuentes de alimento que atraigan a los osos.
  • Campañas de educación ciudadana para fomentar conductas responsables.
  • El Programa de Alerta de Osos Polares, disponible las 24 horas para reportar avistamientos.

La “cárcel de osos polares”: conservación bajo control

Un centro para reeducar a los animales

La Polar Bear Holding Facility, apodada “cárcel de los osos polares”, no es una prisión, sino una instalación diseñada para contener temporalmente a los ejemplares que se acercan demasiado al pueblo.

Los osos son capturados mediante trampas o dardos tranquilizantes. Antes, los guardabosques intentan ahuyentarlos con bengalas o ruidos de advertencia. Una vez dentro, permanecen hasta 30 días sin alimento, solo con agua, con el objetivo de romper la asociación entre humanos y comida.

El centro está construido como un hangar de hormigón con 28 celdas individuales reforzadas con acero. La permanencia depende del riesgo que representó cada oso.

Cuando llega el momento de la liberación, los animales son sedados, asegurados en redes especiales y trasladados en helicóptero a zonas remotas del Ártico, lejos de los asentamientos humanos.

Una experiencia desde el Ártico

El fotógrafo Gerardo del Villar, colaborador de National Geographic, relató su visita a Churchill y la emoción de presenciar la liberación de un ejemplar. Ver al oso suspendido en el aire, dormido y vulnerable, lo describió como “un instante que resume la majestuosidad y fragilidad del Ártico”.

Churchill como referente global en conservación

Aunque el término “cárcel de osos” suene drástico, en realidad se trata de un programa pionero que combina seguridad comunitaria y protección animal. Esta estrategia ha convertido a Churchill en un símbolo mundial de manejo ético de fauna silvestre y de compromiso con la preservación de una especie icónica en riesgo.


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