Patricia Conta, directora de vestuario de El Eternauta, revela cómo se diseñaron las prendas clave de la serie de Netflix que adapta la historieta de Oesterheld. Durante un año, lideró un equipo de hasta 20 personas para crear un universo visual que combina realismo, memoria histórica y simbolismo.
La adaptación televisiva de El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro, no solo reavivó el legado de la historieta argentina, sino que también puso en primer plano el minucioso trabajo detrás del vestuario. Al frente del área estuvo Patricia Conta, diseñadora egresada de la Universidad de Buenos Aires, quien encabezó un equipo que cuidó cada detalle para lograr verosimilitud y emoción en cada prenda.
“No queríamos superhéroes, sino personas reales”, explica Conta.
Durante más de un año y en 150 días de rodaje, el equipo de vestuario trabajó codo a codo con dirección de arte y fotografía. El proceso incluyó pruebas de vestuario, fotografías de archivo, recorridas por plazas y estaciones, y la confección a mano de muchas de las prendas.
El gamulán de Darín: funcional y simbólico
El abrigo que usa Juan Salvo fue uno de los mayores desafíos. El gamulán, emblemático y resistente, remite a los años 70 y a los primeros humanos que vestían cuero. Ricardo Darín, protagonista de la serie, se quejó por su peso, aunque reconoció el esfuerzo del equipo por aligerarlo.
El suéter de Favalli: identidad y hogar
Otra prenda con carga simbólica es el suéter a rayas que luce el personaje de Favalli, tejido a mano en base al dibujo original. Representa su costado hogareño y acumulador, además de su vínculo con la ciencia y la nostalgia.
La máscara que caracteriza al personaje principal, y que aparece en los afiches promocionales, fue diseñada para proteger y conectar. “Queríamos que no asustara, que generara cercanía”, señala Conta. La producción se inspiró en materiales que los personajes podrían haber recolectado en una situación de emergencia.
En el proceso, el equipo de vestuario realizó un ejercicio clave: imaginar que el mundo acababa mañana y que cada uno debía construir su propia máscara. Esa consigna se tradujo en autenticidad y creatividad en cada diseño.
El vestuario no solo vistió a los protagonistas, sino también a cientos de extras que aparecen en escenas icónicas. Desde oficinistas hasta jóvenes scouts, cada personaje tiene una historia contada a través de su ropa. Uno de los ejemplos favoritos de Patricia es un poncho creado especialmente para una scout, confeccionado con una frazada antigua y logos diseñados a medida.

“Cada cuerpo que aparece al costado de las vías cuenta algo, y eso también se narra con su ropa”, remarca.
Conta, que también se desempeña como docente en la FADU, destacó el papel de la universidad pública en la formación de gran parte del equipo que trabajó en la serie. “No salimos de un zapallo, hay un camino hecho”, asegura.
El impacto de El Eternauta también se vio reflejado en lo emocional. “Una vez, mi hermana me mandó un dibujo de un alumno que decía que quería hacer películas como El Eternauta. Con eso ya está”, cuenta emocionada.

