El periodismo deportivo está de luto: en la madrugada de ayer falleció Walter Saavedra, víctima de un cáncer, en el Hospital Vicente López. Tenía la compañía de su esposa y de sus tres hijos hasta el último momento.
Relator, escritor, poeta y periodista, Saavedra dejó una huella única en la radio argentina. Su estilo inconfundible combinaba la pasión del relato con una sensibilidad artística pocas veces vista en el fútbol. “Yo leo en voz alta lo que los jugadores escriben con los pies”, solía decir, en un tono poético que evocaba a Osvaldo Ardizzone, Homero Manzi o Héctor Negro, referentes a los que admiraba profundamente.
La pasión por el oficio
Su carrera estuvo marcada por anécdotas que mostraban su entrega absoluta al periodismo. Una de las más recordadas ocurrió hace unos 20 años en Pergamino, cuando cubrió junto a Rodolfo Raviolo un partido entre Colón y Douglas Haig. Sin acreditaciones ni cabina de transmisión, Saavedra se subió a un poste de luz, se ató con su cinturón y desde allí relató los 90 minutos, mientras su compañero comentaba desde abajo. “Un volcán era”, recordó apenado Eduardo “Polaco” Caimi.
Esa misma pasión convivía con una gran sensibilidad. Hincha de Boca, no dudó en llorar el día en que River descendió en 2011, pero lo hizo por empatía hacia su hijo Facundo, ferviente hincha millonario.
El poeta del micrófono
Su estilo no se limitaba al fútbol. Saavedra se definía como un relator y también como un poeta. Su última aparición pública fue el 28 de noviembre de 2023 en la Ex Esma, durante una “misa maradoniana” junto al músico Carlos Flores Romano, donde recitó poemas y compartió reflexiones y canciones.
En julio de este año, había dejado una reflexión en sus redes sociales que mostraba la frustración de no poder estar en las canchas:
“Relatar un partido de fútbol mirando el monitor del televisor en el estudio de la radio es como un karaoke a las dos de la mañana en un bar de mala muerte. Uno se cree que canta, pero en realidad está haciendo la mímica”.
Una voz que queda en la memoria
Walter Saavedra fue relator, escriba, poeta, periodista, hombre generoso y de conciencia de clase. Una voz que supo transformar los partidos en relatos artísticos y que hoy se despide dejando un legado imborrable en el periodismo deportivo argentino.


