El gobierno interino de José Jerí decretó el estado de emergencia en Perú, en medio de la crisis política y la ola de inseguridad que atraviesa el país. La medida, que incluye la militarización de las calles de Lima y la restricción de reuniones y movilidad, pone en alerta a la Conmebol, a poco más de un mes de la final de la Copa Libertadores.
El decreto, publicado este martes por la noche, tendrá vigencia por 30 días en la capital peruana y en el vecino puerto de Callao. Según lo informado, la decisión responde al incremento de hechos violentos, así como a las protestas masivas encabezadas por jóvenes de la Generación Z, en repudio al Congreso y al flamante gobierno de derecha que encabeza Jerí.
La final de la Libertadores está programada para el 29 de noviembre en el Estadio Monumental de Lima, el mismo escenario donde Flamengo venció a River en 2019. Sin embargo, la situación política y social genera inquietud en la Confederación Sudamericana, que analiza posibles alternativas de sede ante un eventual agravamiento del conflicto.
Una posible modificación del lugar del partido dependerá de un anuncio conjunto entre el presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, y su par de la Federación Peruana de Fútbol, Agustín Lozano. Por ahora, la dirigencia local busca preservar la sede original para evitar un nuevo golpe institucional al fútbol peruano.
Mientras tanto, con Racing como único representante argentino en competencia —el equipo de Gustavo Costas enfrenta a Flamengo por las semifinales—, la incertidumbre también impacta en los hinchas y dirigentes que planeaban el viaje a Lima para la definición continental.
En paralelo, la final de la Copa Sudamericana también sufrió cambios: iba a disputarse en Bolivia, en el Estadio Tahuichi Ramón Aguilera de Santa Cruz de la Sierra, pero no superó la inspección de Conmebol y finalmente fue trasladada a Asunción, donde La Academia se consagró campeona en 2024.
Desde la entidad sudamericana recordaron que, según el protocolo, si una sede no puede garantizar las condiciones de seguridad o infraestructura necesarias, se prioriza el escenario de la edición anterior, que ya cuenta con la logística y experiencia requerida. En este caso, esa alternativa sería el Estadio Monumental de River Plate, en Buenos Aires.
Con el reloj corriendo y el clima político peruano en tensión, la Conmebol deberá decidir en las próximas semanas si mantiene o modifica la sede de la final más importante del continente. Lima sigue siendo el destino oficial, pero la pelota —una vez más— quedó en el aire.
