Un tercio de los trabajadores vive en hogares pobres y se acerca a niveles similares a la crisis del 2001

En la última década, la cantidad de trabajadores ocupados pobreza se triplicó en el país pasando en del 11,5% en 2012 al 32,5% en 2023. El porcentaje es mayor incluso si se tienen en cuenta condiciones laborales más precarizadas, ya que escala al 44,2% en el caso de empleo informal y al 78% si se considera puntualmente a quienes son destinatarios de programas de empleo. También persisten brechas cuando se trata de mujeres trabajadoras (1,2 puntos por arriba de los varones) y en el caso de estudios secundarios incompletos (llega al 54% de los trabajadores).

Los datos se desprenden de un informe presentado esta semana por el Observatorio de la Deuda Social Argentina que alertó que “en el período 2012-2023, a pesar de efímeros años de bonanza, se observa un incremento del porcentaje de ocupados en situación de pobreza”. Se estima además que el número podría incrementarse dada la recesión actual que golpea con fuerza a los principales sectores productivos generadores de empleo, principalmente industria (cayó 9,9% interanual en febrero) y construcción (se contrajo 24,6%) sosteniendo ambos una tendencia a la baja desde fines del 2023.

Todo ello en un escenario donde en tres meses la inflación superara el 70% de incremento, con alzas de dos dígitos en servicios y bienes de la canasta básica mientras, a la par, el deterioro salarial toca pisos históricos (el salario promedio de la economía cayó 20% en solo dos meses, igual porcentaje que con la gestión macrista, pero en cuatro años) y el gobierno busca imponer tope las paritarias.

Trabajos y vidas más precarizadas
El fenómeno conocido como “trabajadores pobres” fue mencionado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su último panorama sobre la región y define a trabajadores que no llegan a cubrir la canasta básica de alimentos y servicios, debido a “la aceleración inflacionaria y a su impacto negativo sobre el poder adquisitivo de los salarios». En ese sentido, desde el Observatorio de la Deuda Social Argentina presentaron un nuevo documento sobre la evolución del mercado laboral donde se destacó que en la última década “se observa un incremento del porcentaje de trabajadores ocupados en situación de pobreza”, llegando a fines del 2023 al 32,5% del total.

Según indicaron, “la proporción de trabajadores residentes en hogares en situación de pobreza disminuyó marcadamente entre 2004 y 2012 (tanto por la generación de empleo como por la expansión de los programas de empleo y asistencialistas)” pero desde entonces el número viene en ascenso escalando de 11,5% en 2012 a 27,8% en 2019 (fin del gobierno de Cambiemos) para luego seguir en ascenso hasta el 32,5% del año pasado, ubicándose en niveles similares al 2004, tras el estallido económicos social de entonces.

Esto ocurre una coyuntura donde la evolución de un salario promedio registrado está por debajo del valor de la Canasta Básica Total para un grupo familiar de dos adultos y dos menores. De acuerdo al relevamiento del Mirador de la Actualidad y el Trabajo (MATE), en solo dos meses el salario promedio de la economía perdió 20% de su poder de compra, es decir, respecto de fines del 2023 “cada trabajador está trabajando gratis un día hábil todas las semanas”. En detalle, por un lado el sector privado se acerca “al mínimo histórico alcanzado durante la crisis desatada en diciembre del 2001”, ya que creció en los dos meses del nuevo gobierno 33% nominal en simultáneo con un aumento en los precios del 51%, por su lado el salario público “tuvo una mayor licuación en tanto creció solo 18%”. A su vez los ingresos no registrados, difundidos por INDEC, se ubicaron en el inicio del año 49% por debajo de diciembre de 2019.

Tal panorama profundiza, a su vez, la brecha existente entre las diferentes actividades productivas y según la mayor o menor formalidad en las contrataciones. Así, a finales del año pasado el 17,8% de los trabajadores del sector público y el 19,7% de los asalariados del sector privado formal eran pobres, y estos porcentajes crecen “al disminuir la calidad y la productividad del establecimiento en el que trabajan”. En lo concreto, los trabajadores en situación de pobreza llegan “al 37,5% de los asalariados del sector micro-informal, al 44,2% de los cuentapropistas y al 78% de los destinatarios de los programas de empleo”.

El incremento de familias que no llegan a cubrir sus necesidades de alimentación y servicios básicos tiene un vínculo directo con el devenir económico de cada tiempo. “La pobreza monetaria es altamente sensible a los movimientos del ciclo económico: aumenta en épocas de crisis y de recesión y se reduce durante las recuperaciones. Esta dependencia opera fundamentalmente a través del mercado de trabajo, dado que el salario es la principal fuente de ingresos de la población”, señalaron desde UNICEF y alertaron que “en el último año, subió más de 6 puntos la pobreza entre las chicas y chicos que viven en hogares liderados por asalariados formales”. Esto quiere decir que aún en familias con trabajo registrado resulta difícil hacer frente a las crecientes situaciones de pobreza.

Otro aspecto a considerar tiene que ver con la edad de las y los trabajadores. Sobre ello, el informe “Informalidad y trabajadores pobres” de la UCA indicó que el 33,7% de los jóvenes ocupados, el 33,8% de adultos ocupados y el 21,5% de los adultos mayores ocupados son pobres en nuestro país, a su vez “la incidencia de la pobreza según las edades es relativamente similar al especificar a los ocupados según el sector y la condición laboral” con la excepción de los adultos mayores (60 años y más) que son destinatarios de programas de empleo y que se encuentran en su totalidad en situación de pobreza.

Además, si se suma al análisis el nivel educativo alcanzado, se observa que sólo el 21,3% de los ocupados que terminaron los estudios secundarios viven en hogares pobres mientras que este valor asciende al 53,5% de los que tienen secundario incompleto. Si se mira según sector y condición laboral, la brecha se mantiene salvo en el caso de las y los destinatarios de los programas sociales, “grupo en el cual casi se ve igualado el nivel de pobreza, independientemente del nivel de instrucción”. 

Desigualdades de género

Respecto de las brechas entre las y los trabajadores, se mencionó que “el 33,1% de las mujeres ocupadas y el 31,9% de los varones ocupados residían en hogares en situación de pobreza”, asimismo ellas son mayoría en el caso del segmento informal en tanto las mujeres enfrentan mayores dificultades al momento de insertarse en el mercado laboral en comparación con los varones debido a que destinan más cantidad de su tiempo a realizar trabajos no remunerados (el doble) y, en relación, trabajan menos horas afuera del hogar, y cuando lo hacen se insertan en trabajos más informales, lo que las expone a peores consecuencias ante la crisis evidente.

Un ejemplo concreto: el empleo en casas particulares es la segunda actividad con mayor inserción laboral para las mujeres (18% de las ocupadas), está en un 90% feminizado (casi la totalidad son trabajadoras mujeres) y tiene los salarios más bajos: 6 de cada 10 trabajadoras de casas particulares son pobres porque aunque tienen trabajo no están registradas, un 74% no tiene descuento jubilatorio, un 72% no recibe pago en caso de enfermedad, y un 73% no cuenta con cobertura de salud por obra social, según un informe de Ecofeminita.

En relación, en el mercado laboral las brechas se sostienen en el tiempo con tasas de actividad y de empleo 20 puntos más bajas para las mujeres y, en contraste, mayores niveles de desocupación (entre uno y dos puntos más) que se agudiza en el caso de las mujeres jóvenes. Según los últimos datos oficiales correspondientes al tercer trimestre del 2023 las mujeres de 14 a 29 años tuvieron una tasa de desempleo de 12,7% (más del doble que el nivel general) y los varones de igual franja etaria de 11,9%. Asimismo, el nivel de informalidad laboral para ellas es de 39%, lo que equivale a 4 puntos más que los varones, al estar expuestas a trabajos precarios, sin acceso a la seguridad social (aportes jubilatorios, obra social, entre otros) ni al resto de los derechos laborales, y son mayoría en la medición del pluriempleo (llega al 11,7% en las mujeres) lo que representa 5,5 puntos más que en el caso de los trabajadores. A todo ello se suma la brecha de ingresos, negada en más de una oportunidad por el actual jefe de Estado, y que en nuestro país implica que las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos.

Fuente: El destape