A pocos días de enfrentar un juicio clave, Bolsonaro reiteró su postura desafiante ante la justicia brasileña. En su discurso, aseguró que no abandonará el país en caso de ser sentenciado y advirtió: «Preso o muerto, seguiré siendo un problema». Además, atribuyó su derrota electoral de 2022 a las decisiones del juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes, argumentando que le impidió divulgar información clave sobre su opositor, el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Bolsonaro enfrenta graves acusaciones relacionadas con los disturbios del 8 de enero de 2023, cuando miles de sus simpatizantes irrumpieron en edificios gubernamentales en Brasilia. La Procuraduría General de la República lo señala como líder de una conspiración para derrocar al gobierno de Lula, incluso contemplando ataques contra altos funcionarios. Además de Bolsonaro, otros 34 implicados, en su mayoría militares, también serán juzgados.
El STF tiene previsto emitir su fallo entre el 25 y 26 de marzo, lo que podría derivar en una condena de hasta 40 años de prisión para el exmandatario. Además, su inhabilitación política podría extenderse más allá de 2030, superando la restricción actual que le impide postularse en 2026.
La protesta en Río de Janeiro interrumpió la actividad habitual de la playa de Copacabana desde primeras horas de la mañana. Entre los asistentes se encontraban los gobernadores Tarcisio de Freitas (San Pablo), Claudio Castro (Río de Janeiro), y mandatarios de Santa Catarina y Mato Grosso. Muchos de los manifestantes vestían camisetas y portaban abanicos con los colores de la bandera brasileña.
Durante el evento, Bolsonaro denunció la «persecución» contra sus seguidores, afirmando que muchos de los detenidos tras los disturbios de 2023 son «inocentes». Su afirmación de que «elecciones sin Bolsonaro equivale a negar la democracia en Brasil» refuerza su narrativa de victimización ante la posibilidad de quedar fuera de futuras contiendas electorales.
