Luciana Bustos Sánchez y Marcelo Amarfil se conocieron años atrás en un gimnasio de San Juan, donde él dictaba clases. A partir de allí, construyeron una relación cercana, según los testimonios, más que una simple amistad. Graciela, hermana de la víctima, afirmó que Marcelo la apreciaba profundamente: “La llamaba ‘vida’”, recordó.
En enero de 2024, Marcelo fue hallado sin vida dentro de su automóvil. El escenario del crimen fue una calle poco transitada cercana al aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento. Desde el inicio, la principal sospechosa fue Bustos Sánchez.
El 16 de enero, Luciana pasó a buscar a Marcelo para salir a cenar al bar “Hormiga Negra”, como solían hacer. Más tarde, estacionaron el auto en las afueras de la ciudad, donde, según la investigación, mantuvieron relaciones sexuales.
La hipótesis judicial sostiene que durante el acto, Luciana lo ató al volante con esposas, le colocó un antifaz y, en ese estado de indefensión, lo apuñaló seis veces y lo degolló. Marcelo intentó defenderse y logró herirla en el antebrazo, según consta en la causa. Finalmente, logró salir del vehículo, pero murió desangrado a pocos metros.
Graciela Amarfil relató que su hermano y Luciana compartían también proyectos comerciales: desde 2019 evaluaban inversiones inmobiliarias y la apertura de gimnasios. Sin embargo, mantenían detalles en reserva. La familia cree que el dinero pudo haber sido el detonante de un conflicto previo.
Este lunes comenzó el juicio oral y público en San Juan. Bustos Sánchez está imputada por “homicidio doloso doblemente agravado por el vínculo y por mediar alevosía”, un delito que contempla prisión perpetua.
El tribunal está compuesto por los jueces Gerardo Fernández Causi, Matías Parrón y Guillermo Adarvez. La fiscalía plantea que la acusada actuó con premeditación y en un contexto de ventaja sobre la víctima. La defensa, en cambio, alega que Luciana actuó en legítima defensa.
Se espera que declaren alrededor de 63 testigos y que el proceso concluya antes de fin de abril.