Bienvenido a 2028: la era del Homo technologicus

En el amanecer del 2028, donde incluso el café de la mañana es servido por un androide más inclinado a complacerte que tu barista habitual, nos adentramos en una oda a la Inteligencia Artificial (IA), tan omnipresente y sofisticada que hasta podría redactar este artículo mejor que yo (seguramente). Pero, ¿dónde quedaría entonces el encanto del cinismo humano?

Preparémonos para un viaje al corazón de un futuro donde las promesas de la IA se entrelazan con la cotidianidad humana más mundana, y donde las palabras “extraordinario” y “rutinario” pierden su frontera divisoria.

Vayamos por partes, como diría Jack el Destripador, y desmenucemos esta visión futurista digna de un episodio de Black Mirror con un toque de humor ácido.

Realidad aumentada
Primero, abróchate los cinturones, porque la realidad aumentada se apoderará de nuestras miserables vidas con sus tentáculos digitales. Imagina que estás paseando por la calle, y de repente, ¡pum! Una promoción de tu marca favorita flotando sobre esa montaña de basura en la esquina. Porque, claro, embellecer el mundo real con nuevas capas de publicidad era justo lo que necesitábamos para ser felices.

Mientras tanto, los coches autónomos desfilarán por las calles, llevándonos de puntos A a puntos B, mientras nos preguntamos qué diablos hacer con todo este tiempo libre que la IA ha puesto mágicamente en nuestras manos. Probablemente no vayas a practicar meditación ni aprender un hobby: camino al trabajo, casi seguramente, ya estarás trabajando.

El último juguete de la caja de Pandora contemporánea: la IA dedicada al mundo del espectáculo. Y mientras algunos se frotan las manos, anticipando el menú degustación de maravillas digitales en camino, no faltan los que advierten que podríamos estar alistándonos para el último acto de la humanidad tal cual la conocemos, especialmente para aquellos en las artes y el entretenimiento. “¡Camarero! Una ración de sarcasmo, por favor”.

Ah, la generación de video y voces a través de la IA, esa promesa utópica para aquellos carentes de cualquier habilidad artística mínimamente respetable. ¿Quién necesita pasar años perfeccionando un oficio o sufrir por su arte, cuando una máquina fría y calculadora puede vomitar contenido “creativo” con solo apretar un botón? Reece Hayden, analista de ABI Research, apunta sabiamente hacia un futuro donde los modelos multimodales se convierten en los nuevos Michelangelos digitales, ofreciendo “significativos ahorros” para productores de cine y televisión. Porque la calidad siempre mejora si se abarata el costo, ¿o era al revés?

Pero ¡cuidado! Que no todo es color de rosa en el jardín digital de Netflix y compañía. El fantasma de los derechos de autor se cierne sobre estas novedosas prácticas, listo para desatar una apocalipsis de litigaciones. “¿Usaste nuestro software para crear una aventura gráfica narrativa sin pagar regalías? Nos veremos en el tribunal, querido amigo”. Parecería que hasta en el futuro cercano, la avaricia sigue siendo tan humana como siempre.

Con herramientas de generación de video, todo un parto de la industria, cualquier mortal con menos talento que una puerta, puede aspirar a ser el próximo Spielberg… o al menos, eso nos quieren hacer creer. Porque, vamos, que el contenido generado por AI tenga la dimensión emocional y narrativa que esperamos de un buen cine, es más bien el sueño húmedo de algún ejecutivo en Silicon Valley. Pero, ¿quién sabe? Tal vez pronto podamos disfrutar de películas donde los personajes principales son más expresivos que la tabla del uno.

Ah, y por supuesto, cuando el guion falle, cosa que nunca ocurre en la industria, podrás simplemente reescribirlo y dirigir tu versión personalizada. “¿Qué no te gustó el final de Game of Thrones? No hay problema, aquí tienes la IA para hacerlo ‘mejor’”. Dios salve al espectador con poder de decisión.

En el terreno de las voces, ya se vislumbra un mundo donde Brad Pitt habla en perfecto mandarín sin tener idea de cómo pedir agua en el restaurante chino de la esquina. La IA promete clonar voces con tal precisión que ya no será necesario contratar actores de doblaje, o actores en general. Porque, claro, ¿quién necesita el alma y la profundidad que un ser humano puede aportar a un personaje cuando podemos tener una imitación barata?

Traductores
Ah, y la barrera del idioma ya fue, ya no será un problema gracias a los traductores impulsados por IA. Porque, ¿quién necesita aprender un nuevo idioma y apreciar su riqueza cultural cuando una máquina puede hacerlo por ti? El futuro es brillante para aquellos de nosotros cuya idea de multiculturalismo es pedir sushi en un restaurante italiano.

Asistentes más que personales
Luego, tenemos a los asistentes o agentes IA personales avanzados, esos entes omnipresentes que prometen ser nuestra segunda sombra, solo que más eficiente. “¿Te olvidaste de respirar hoy? No te preocupes, tu asistente personal ya inhaló por ti”. Ah, el futuro se vislumbra como un lugar donde seremos tan productivos que apenas tendremos tiempo para preguntarnos si alguna vez fuimos humanos.

Nanochips
Y justo cuando pensabas que las cosas no podían ponerse más extrañas, aquí llegan los nanochips, listos para fusionarse con nuestros cerebros y convertirnos en una versión beta de Cyborg. La pregunta es, ¿se actualizarán automáticamente o tendremos que ponernos en fila en la tienda más cercana para eso?

Metaverso
No podemos olvidar el Metaverso, ese universo paralelo donde tu avatar, con más abdominales que tú y sin tu calvicie incipiente, puede vivir la vida que siempre soñaste. Donde las fronteras entre el trabajo y el juego se difuminan hasta el punto de preguntarte si alguna vez saldrás de ese cubículo virtual.

Spoiler: no lo harás

Drones vigilantes
Por suerte, la IA también se pondrá su capa de superhéroe para salvar el medio ambiente, a la cabeza de la vigilancia de la fauna salvaje o para apagar incendios en lugares de difícil acceso. Drones equipados con inteligencia superior surcarán los cielos, buscando maleantes con la misma determinación que nosotros buscamos el control remoto. Tal vez este pequeño punto azul en el universo tenga aún una oportunidad.

Salud
En el campo de la salud, la IA promete revolucionar la medicina personalizada, asegurándose de que nuestras dosis de realidad sean tan únicas como nuestros ADN. Eso, o terminaremos confiando en un algoritmo para decidir si esa tos es solo alergia o el inicio de una trama digna de una película de pandemias. Pero eso no es todo, la nueva moda podría ser los implantes cerebrales inteligentes, ofreciendo una fusión entre nuestros pensamientos y una capacidad computacional extraordinaria.

Noticias personalizadas
En la efervescente olla a presión de nuestro futuro mediático, donde la IA amenaza con rebasar los límites del buen gusto, las noticias están a punto de recibir un lifting facial tan radical que haría palidecer incluso a los más avezados cirujanos plásticos de Beverly Hills. Ya no más el tedioso ejercicio de “escrolear” por páginas y más páginas de información. Oh, no. Pronto, la IA te servirá las noticias en bandeja de plata, masticadas y pre-digeridas, justo como el puré de papas o calabaza que solía hacerte tu abuela, adaptado a tus gustos y aversiones personales. ¿Quién quiere el trabajo de buscar, masticar y digerir información cuando puede ser inyectada directamente en nuestra conciencia?

Imagínate, por un momento, despertar por la mañana y tener a tu IA personal chismorreando en tu oído, filtrando el mundo a través de un colador digital diseñado exclusivamente para ti. “Hoy en las noticias, querido, solo cosas que te gustarán”. Tu IA, cual personal shopper de la información, saldrá de compras por el vasto mercado de Medios Periodísticos, seleccionando solo aquellos bocados de realidad que se ajusten a tu medida. Más personalizado, sofisticado y efectivo que un traje a medida de Savile Row. Pero en el proceso, ¿no estamos sacrificando algo esencial?

Aquí yace la ironía suprema: en nuestra búsqueda de eficiencia, precisión y comodidad, podríamos estar cociendo a fuego lento nuestra capacidad de pensar críticamente. No más cliquear entre sitios de noticias, no más zapping por canales de noticias intentando comprender el panorama completo. En su lugar, la IA decidirá qué es relevante para nosotros, creando cámaras de eco digitales tan aisladas que ni la voz de la razón podrá colarse a través de las grietas.

Esta peculiar versión de las noticias a medida nos promete salvar tiempo y esfuerzo, sí, pero a costa de exponernos a una dieta informativa tan insípidamente homogénea que cualquier intento de pensamiento crítico podría atrofiarse. Olvídate de los desafíos, las sorpresas, las oportunidades de aprendizaje que surgen de encontrarse con perspectivas divergentes. En este futuro, la IA no solo será tu bibliotecario personal sino también tu censor personalizado, poniendo fin a la serendipia informativa.

Entonces, mientras nos encaminamos hacia este 2028 futurista, donde nuestras vidas serán aparentemente más sencillas y eficientes gracias a nuestras amadas IAs, es crucial preguntarse: ¿en qué momento reemplazamos la valiosa diversidad del pensamiento humano por un algoritmo? ¿Y cuál será el costo real de dejarnos llevar por la corriente en estas aguas digitalmente manipuladas?

Así que, mientras esperamos este futuro utópico/distópico (elimine según corresponda), tal vez deberíamos comenzar a preguntarnos: en un mundo donde la IA puede hacerlo todo, ¿qué nos queda por hacer a nosotros, los humildes humanos? Ah, sí, escribir artículos sarcásticos sobre ello. Bueno, al menos eso.

Fuente: Infobae