El Alto Comisionado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reveló la cifra este miércoles: hay alrededor de ocho millones de desplazados internos en Sudán. Este dato coincidió con la conclusión de la visita del Alto Comisionado de la agencia, Filippo Grandi, a Etiopía, a donde muchos de los ciudadanos del país han huido. ACNUR señaló una falta crónica de fondos necesarios para hacer frente a esta situación.
Desde abril de 2023, más de 100.000 personas cruzaron de Sudán a Etiopía, incluyendo cerca de 47.000 refugiados y solicitantes de asilo. El llamado de Grandi por “apoyo urgente y adicional para satisfacer sus necesidades” se produjo mientras inspeccionaba los esfuerzos del Gobierno etíope para asistir a los afectados.
Otros cinco países vecinos también recibieron grandes cantidades de refugiados sudaneses. Más de 500.000 se refugiaron en Chad desde abril, con un promedio de 1.500 personas cruzando diariamente a Sudán del Sur.
A este llamado a la acción internacional se sumó la Organización Internacional para la Migración (OIM), que reveló que en total más de 1,7 millones de personas han sido desplazadas a otros países por conflictos en Sudán. La Directora General de la OIM, Amy Pope, destacó que “uno de cada ocho desplazados internos en el mundo está en Sudán”.
En respuesta a la crisis, la OIM ha hecho un llamado urgente para obtener 168 millones de dólares para un nuevo plan de respuesta para las dificultades que afrontan los sudaneses. Aunque gran parte del personal de la OIM también ha sido desplazado, la organización asegura estar “comprometida en abordar las necesidades apremiantes”, ya que la infraestructura crítica, incluyendo instalaciones médicas, escuelas y servicios públicos, ha sido destruida, aumentando las amenazas de enfermedades, hambre y abuso sexual contra mujeres y niños.
La última ola de violencia en los 20 años de conflicto dejó a casi la mitad de los 49 millones de habitantes del país africano necesitando ayuda. Según la ONU, para finales de 2023, 12.000 personas habían perdido la vida, aunque se cree que la cifra real es más alta.
Organizaciones internacionales exploran nuevas rutas de ayuda
El acceso a la ayuda humanitaria se ha vuelto un desafío monumental. Suministros de ayuda han sido saqueados y trabajadores humanitarios han sufrido ataques. Las agencias internacionales y ONG han expresado repetidas quejas sobre los obstáculos burocráticos para llegar al centro controlado por el ejército en Port Sudan y obtener permisos de viaje para acceder a otras partes del país.
“El entorno operativo ha sido, muy, muy difícil”, expresó Rick Brennan, director regional de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en una conferencia de prensa en El Cairo.
La pérdida de acceso a Wad Madani, un antiguo centro de ayuda en la región agrícola de Gezira, ha complicado aún más la situación. Las Fuerzas de Apoyo Rápido que controlan gran parte del país se apoderaron de este lugar en el mes de diciembre del año pasado.
Asimismo, las agencias de la ONU se han visto limitadas a operar en la Costa del mar Rojo para entregar ayuda desde Chad en la región occidental de Darfur. Ante esta situación humanitaria ya debilitada, se ha visto empeorada por brotes de enfermedades como cólera, sarampión, dengue y poliomielitis. Además, los niveles de hambre han aumentado, precisamente debido a la falta de acceso a alimentos.
El jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, calificó recientemente las razones por las cuales la ayuda no llega como “sinceramente escandalosas”, destacando demoras de hasta 18 días en los despachos aduaneros, con inspecciones adicionales bajo supervisión militar que podrían llevar aún más tiempo.
Jartum, ciudad víctima del caos
En abril del 2023, Sudán experimentó una profunda crisis de violencia cuando las tensiones entre el Ejército, liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido estallaron en violentos enfrentamientos en la capital, Jartum, y otras zonas del país.
Este caos fue la continuación de un conflicto iniciado en 2003, cuando rebeldes de la comunidad étnica subsahariana se alzaron en armas, denunciando discriminación y negligencia por parte del Gobierno dominado por la población árabe en Jartum.
En ese momento, el presidente Omar al-Bashir respondió con bombardeos aéreos y desató a las milicias conocidas como Fuerzas de Defensa Popular o los Janjaweed. Esta respuesta provocó la pérdida de hasta 300.000 vidas y desplazó a 2,7 millones de personas.
A pesar de esfuerzos internacionales y fuerzas de mantenimiento de la paz durante las últimas dos décadas, Sudán continuó enfrentando tensiones y conflictos persistentes.
Fuente: Reuters y AP