Vicente Barros, director del Observatorio Ambiental y del Cambio Climático, explicó que la tormenta que se desató en Villa Mercedes el jueves de la semana pasada no se trata de un fenómeno usual, pero advirtió que se harán cada vez más frecuentes e intensos por las alteraciones que viene sufriendo el clima a nivel global
“Estas cosas existieron siempre, pero se han vuelto más frecuentes e intensas por el cambio climático, que lo que hace es aumentar la temperatura del aire y por ello hay mayor capacidad de contener humedad y a más humedad, más nubes de alto porte y, en consecuencia, de probabilidad de granizo”, explicó Barros, doctor en Ciencias Meteorológicas, investigador superior del CONICET y Profesor Emérito de la UBA.
Una excepcional granizada coincidió con una alta concentración de público y automóviles por el festival de la Calle Angosta, lo que profundizó los daños a las personas y los bienes.
“Las fotografías de piedras sobre las manos y las huellas en automóviles indican tamaños de hasta 5 y 7 cm de diámetro, que también han sido observados en otros episodios en Argentina, pero no es frecuente porque en general el tamaño del granizo es de 1 cm o menos”, comparó Barros.
También, explicó que las gotas de agua o de hielo de una nube se mantienen en el aire porque son sostenidas por corrientes ascendentes y detalló que cuando crecen, empiezan a caer y se van juntando con otras gotas en su recorrido, aumentando así su tamaño, lo cual hace que caigan más rápido y crezcan aún más y así siguen hasta que salen de la nube y dan lugar a lluvia, granizo o nieve.
Cuando la nube es de mucho espesor, agregó, el granizo formado cerca del tope de la nube tiene mucho recorrido al caer antes de abandonar la nube y por lo tanto puede alcanzar gran tamaño. De esta forma, los topes de nube muy altos son indicadores de posible granizo y cuanto más altos estos topes, más grande el granizo, según indicó.
Lo ocurrido en Villa Mercedes se trató de una nube de gran espesor en altura dentro de un “mesosistema convectivo”, que describió como un agrupamiento de nubes convectivas (nubes de gran espesor en la vertical) que producen un área de precipitación de 100 km o más.
Barros también señaló, que estos “mesosistemas convectivos” están asociados a núcleos de baja presión y son frecuentes en Argentina en el periodo estival cuando, precisamente, son responsables de la mayor parte de las lluvias. “Se desplazan en general de noroeste a sudeste y van creciendo y decreciendo mientras otros mesosistemas se originan adelante o atrás de ellos”, añadió.
“En la escala temporal de menos de una hora y espacial del orden de 100 km o menos que son las propias de estos fenómenos, la atmosfera es impredictible. Sin embargo, se pueden predecir las condiciones meteorológicas de mayor escala que son propicias para su ocurrencia. Por eso, y correctamente, la REM emitió a las 13:30 un aviso de alerta por tormenta severa con mucha actividad eléctrica y eventual caída de granizo para toda la provincia”, recordó.
Lo mismo hizo el Servicio Meteorológico Nacional, que emitió una alerta naranja en el mismo sentido, recalcó.
Barros destacó que ese día la REM intensificó el monitoreo y desde las 21:00, ante el desarrollo del mesosistema, compartió las imágenes con bomberos y periodistas asociados en un grupo de chats.
Barros explicó por otra parte que ese día todo indica que no hubo un tornado: “Los tornados tienen dimensiones y características distintas a la del suceso de Villa Mercedes. Tienen un ancho típico de 100 o 200 m y van dejando una estela destructiva de ese espesor por algunos kilómetros. Su viento es mayor a 65 km/hora con ráfagas superiores a 135 km/hora y de hasta alrededor de 400 km/hora”.
Sin embargo, aclaró que si bien producen granizo de gran tamaño, el mayor impacto destructivo es el del viento y la bajada súbita de presión que destruyen viviendas y arrancan árboles de raíz elevándolos en el aire, así como a otros objetos, incluso automóviles.
“Nada de eso se observó en Villa Mercedes donde el viento máximo registrado por la REM fue 40 Km/hora al igual que en Villa Reynolds. Aunque pudo haber ráfagas superiores en otros sitios, sus efectos están lejos de ser los característicos de un tornado”, insistió.
Finalmente, sostuvo que al igual que en Argentina, en todo el mundo ha aumentado la frecuencia de precipitaciones intensas y aseguró que seguirán aumentado con el calentamiento global, ya que permite un mayor contenido de humedad en el aire. “Esto redunda en más frecuentes nubes de gran porte que son las que favorecen la ocurrencia de granizo”, reiteró.
Con información de Agencia de Noticias